cuando una zona, barrio o ciudad obrera sufre la temida desindustrialización corre el riesgo de caer en la desestructuración la desidia, la desesperanza... el principio del fin. todo esto está claramente (y genialmente) reflejado en el film de Tavernier. El hecho de ambientarlo en una guardería (los niños representan el futuro, un futuro que la sociedad les está quitando, robando) le da un aire todavía más cruel y dramático. el profesor (Philippe Torreton) que, solo contra todos intenta recuperarles a los niños esa esperanza, representa al héroe, la figura épica que se enfrenta, de modo fútil, al mar.